Siena es una de las ciudades mas bellas de Italia y en su interior guarda multitud de tesoros artísticos extraordinarios, muchos de ellos comentados y alabados, metidos en los tours turístico o explicados en las guías callejeras. Pero dentro de su catedral, de por si una de las grandes joyas de Italia, en el lado del evangelio, a la izquierda de la nave se encuentra una de las maravillas pictóricas del renacimiento. Una obra excepcional que contiene todo el conocimiento manierista de su tiempo, es la Biblioteca Piccolomini.
Fue encargada en 1492 por el Cardenal Francesco Piccolomini, futuro papa Pío III y sobrino del gran papa Pío II, Eneas Silvio Picolomini, para albergar la colección bibliográfica recopilada por la familia, principalmente por su tío y con la idea de exaltar la vida y obra de este insigne personaje, uno de los mas grandes hombres del renacimiento y completos; aristócrata, mecenas, humanista, diplomático, escritor, poeta y finalmente Papa. Imposible de contar en pocas líneas la labor diplomática en el Concilio de Constanza o su obra literaria poética y científica o su labor como gran mecenas protector de las artes y patrocinador de grandes obras. Una vez terminadas las intervenciones de readaptación de la antigua sacristía y realizado el conjunto de pinturas con el repertorio iconográfico completo, la biblioteca se convirtió en una de las grandes joyas de la catedral y de Siena.
Las pinturas fueron realizadas al fresco entre 1952 y 1957 por el pintor de la Umbria Pinturicchio, ya en su madurez, considerado como uno de los más grandes pintores de su tiempo con “sabiduría, arte y encanto”. Fue discípulo del Perugino como Rafael. El conjunto pictórico es un claro reflejo del gusto estilístico del momento, con esa ambigüedad narrativa que supone el renacimiento manierista, “a la maniera de los divinos antiguos”.
En el techo se representan las Virtudes junto con escenas paganas, intercaladas con candelieris y grutescos de mascarones, elementos vegetales y antropomorfos, híbridos y amorcillos, todos ellos inspirados en las recién descubiertas pinturas romanas imperiales de la Domus Áurea de Nerón y de la Casa de Livia en el Palatino, que fueron la fuente de inspiración para los artistas de su tiempo como Rafael o Juliano Romano. En los muros se representa “la biografía pintada” de Pío II, desarrolladaen diez escenas situadas en una hilera de arcadas que se abren con amplitud hacia al horizonte, creando la sensación de un pórtico al aire libre. Están enmarcadas con candelieris, y pintadas con arquitectura en trampantojo consiguiendo una gran profundidad visual. El dibujo es de una calidad extraordinaria, minucioso y cargado de detalles, de colores brillantes inalterados debido a la buena calidad de la preparación del fresco, con composiciones arquitectónicas simétricas de fondo y paisajes de inspiración toscana.
En el interior se mueven multitud de figuras perfectamente colocadas, con sus ropajes adecuados, situados en su papel, el príncipe, el caballero, el burgués o el mendigo, entre ellas siempre se resalta la figura de Pío II. En el centro de la biblioteca se encuentra el conjunto escultórico de las Tres Gracias, copia romana de un original griego y en la parte baja, dentro de vitrinas, se exponen libros de Cantos Gregorianos, iluminados con miniaturas realizadas por artistas del siglo XV.
El resultado es una composición elegante, llena de formas y color con una gran animación escénica, donde se fusionan arquitectura y pintura, el nuevo gusto por la perspectiva con los motivos a la maniera antigua, la antigüedad clásica con la modernidad de su tiempo y el humanismo con la exaltación de la fama, todo ello en una armonía perfecta.
Ramón Cano Picó
Historiador del Arte y Restaurador