Pensamientos de una adolescente

disfrutalavida

El otro día llegué a una profunda reflexión, de esas en las que con una buena banda sonora, algo de Coldplay como mínimo, se habrían convertido en parte de un peliculón (por supuesto con actores guapos que hagan de tí).

La vida da mil vueltas. Pero mil trescientas cuarenta y nueve con cinco si me apuras. A ver si me explico. Mírate un segundo. Mira dónde has llegado, lo que has conseguido. Me apuesto la próxima merienda que no es lo que habías planeado cuando tenías 9 años y pensabas que ibas a ser astronauta, que la mejor tortilla era la de tu madre y ¿yo? ¿darle un beso a un chico? puaj, ¡que asco!. Elemental querido Watson, todos los hemos pensado.

Pues eso, que me voy por las ramas, que no eres astronauta y la mejor tortilla está claro que es la de mi madre, pero no vamos a entrar en discusiones, a lo que quiero llegar es a que has cambiado. Tu vida ha cambiado sin que te des cuenta, o quizás sí, no sé, pero de repente te has levantado un día, y has dejado el colegio atrás y estás estudiando en la universidad, tienes nuevos amigos, haces planes diferentes, hay un nuevo mundo gritando que te atrevas a conocerle, pero estas demasiado atado.

Piensas que el mundo gira muy rápido, y además, sin pedirte permiso. Te das cuenta de que las amistades van y vienen, pero las buenas permanecen, aunque los problemas de matemáticas del colegio fueran más fáciles que coincidir todos en una comida. Pero ¿qué más da? Están, y es que lo bueno, no debería cambiar nunca. Tus ideas también han cambiado, y eh amigo! siento decirte que la vida no es blanca y negra, y quizás lo bueno no sea siempre lo mejor.

Te das cuenta, que lo que pensabas que todo el mundo creía, que tus ideas, (para ti las más lógicas por supuesto) no las comparten el 99,8% de la gente, ¿y qué más da? Eso no les quita ni veracidad ni importancia, solo te obliga a cambiar de estrategia, porque, por si aún no te has dado cuenta, el mundo no se cambia con palabras, se cambia con el ejemplo, y gracias a Dios, el ejemplo es universal, no necesita ser traducido.

Tus planes han cambiado, has dejado de lado las tardes postureando con el frapuccino en lista por largas sobremesas con tus amigas, has cambiado las meriendas por las cenas, y las tardes por las noches, pero con limites eh! que un buen cine con palomitas XXL no nos lo quita nadie. Pues eso, que has cambiado. Y es lo normal, de hecho, Enhorabuena, a esto mi abuela lo llama madurar.

Pero es normal que te asuste, lo nuevo asusta, a mí, a ti y al vecino del quinto izquierda, porque lo que nos asusta es lo que hemos cambiado nosotros. Llega un momento, que te das cuenta, que hacer cosas por y para ti no te hace feliz, que te falta algo, que tú no eres suficientemente grande ni importante como para satisfacerte, y es que ser niño es muy fácil, pero no es la vida que nos toca ahora vivir.

La juventud es el momento de los héroes, de entregarse, y vivir por grandes ideales, y que no nos confundan con el carpe diem, que hay una cosa que merece mucho más la pena que disfrutar el momento y, ¿sabes lo qué es? ¡Disfrutar la vida!, todos y cada uno de los días, no sólo las noches de los viernes ni los días de vacaciones, ¿qué más da si es lunes o sábado?, si llueve o hace tiempazo, porque ¡oye! somos jóvenes ¿no?

Pues nos toca disfrutar, pero disfrutar de verdad. Está tirado, si te das cuenta de que todos los días tienen algo bueno, y ¡son los demás! Sí. No te hagas el loco. Me has entendido, lo bueno que hay en cada día son los otros, cada día hay una oportunidad de salir de ti y darte a los demás, de dejar de lado lo que te apetece para hacer lo que le apetece al otro, de ayudar, de acompañar, de compartir, de estar. Y si no me crees, pruébalo. Sé por un día la causa por la que alguien sonríe, y dime luego si merece la pena vivir para disfrutar el momento o para disfrutar la vida.

Por Miki Barañano

miki 

 




Artículos Relacionados