El Bien y el Mal y su mejor definición en un texto de «El Profeta» de Khalil Gibran

mujer con manzanas

Hoy queremos deleitaros con un fantástico texto de Khalil Gibran poeta, pintor, novelista y ensayista libanés que nació en 1983 y falleció en 1931, autor de «El profeta», una obra que cuenta con millones de lectores en todo el mundo. El texto se llama “Bien y Mal”, es de una gran belleza literaria y poética además de contener palabras que logran llegar a la más profundo de nuestro ser.

Bien y Mal

Y uno de los ancianos de la ciudad dijo: «Háblanos del Bien y el Mal».

Y él respondió:

Del bien que hay en nosotros puedo hablar, mas no del mal.

Porque, ¿qué es el mal sino el bien torturado por su propia hambre y por su propia sed?

En verdad, cuando el bien tiene hambre, busca su alimento hasta en nuestros oscuros antros, y cuando tiene sed, se sacia hasta en las aguas estancadas.

Sois buenos cuando estáis con vosotros mismos. Sin embargo, cuando no estáis con vosotros mismos no sois malos.

Pues una casa que se divide no se torna en antro de ladrones; no es más que una casa dividida.

Y un navío sin timón puede navegar sin rumbo en arrecifes peligrosos, sin por ello hundirse.

Sois buenos cuando os esforzáis por dar de vosotros mismos.

Sin embargo no sois malos cuando os limitáis a buscar el lucro para vosotros mismos.

Porque cuando lucháis por el lucro sois simplemente como la raíz que se agarra a la tierra y se alimenta de su seno.

Ciertamente el fruto no puede decirle a la raíz, «Sé como yo, maduro y pleno y siempre pródigo de tu abundancia».

Pues para la fruta dar es una necesidad, como lo es para la raíz recibir.

Sois buenos cuando habláis con plena conciencia.

Sin embargo, no sois malos cuando os adormecéis mientras vuestra lengua tartamudea sin propósito.

Y hasta un discurso vacilante puede fortalecer a una lengua débil.

Sois buenos cuando avanzáis hacia vuestro objetivo firmemente y con paso intrépido.

Sin embargo no sois malos cuando avanzáis a él cojeando.

Aun aquellos que cojean no andan hacia atrás.

Pero vosotros que sois fuertes y veloces, guardaos de cojear en presencia de los cojos, por complacencia.

Sois buenos de innumerables maneras, y no sois necesariamente malos cuando no sois buenos.

Sois apenas ociosos y perezosos.

Lástima que los ciervos no puedan enseñar su velocidad a las tortugas.

En vuestra ansia por alcanzar vuestro yo más grande está vuestra bondad; y esa ansia está en todos vosotros.

Mas en algunos, esa aspiración es un torrente que se precipita fogosamente hacia el mar, arrastrando los secretos de las colinas y los cantos de los bosques.

En otros es un débil riachuelo que se pierde en meandros y serpentea, arrastrándose, antes de alcanzar la costa.

Sin embargo, que aquel cuya aspiración sea ardiente se guarde de decir a aquel de tibio deseo: «¿Por qué eres lento y perezoso?»

Porque quien es verdaderamente bueno no pregunta al desnudo «¿Dónde está tu ropa?», ni al que no tiene hogar «¿Qué ocurrió con tu casa?»

 

Khalil Gibran

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