Fernando Acosta: “El ser humano es el animal que más impacto ha tenido sobre la Tierra en toda su historia”

Fernando

 

 

La diferencia entre el planteamiento que este autor utiliza en su libro sobre el cambio climático, La Forma en que Vivimos, y la cantidad de obras que hay editadas sobre este tema tan preocupante ahora para toda la humanidad, es que él ofrece soluciones que nos explica en esta amplia entrevista en exclusiva. Fernando Acosta tiene 37 años y es de nacionalidad chilena. Ha desarrollado una fructífera vida profesional con 2 libros editados y una carrera de Ingeniero Civil de Minas y MSc en Economía. Sus pasiones son la naturaleza y los animales y sus hobbies preferidos los deportes en general y en particular el fútbol y el rugby. “Disfruto mucho de la actividad al aire libre como el trekking –nos dice al comenzar esta entrevista–, de hacer largas caminatas para ir y volver desde mi lugar de trabajo a casa”. Su último libro es un relato sobre cómo hemos llegado a esta situación que examina desde el principio de los tiempos.

 

De dónde nace «La forma en que vivimos» y por qué se plantea escribirlo

 

Es una idea que tenía desde que terminé de escribir mi primer libro: Chile, La minería en el siglo XXI, que trata sobre la actividad minera. Uno de sus capítulos tenía relación con la importancia de los metales para el desarrollo de las tecnologías verdes, y como contexto presentaba un resumen de la situación actual sobre el calentamiento global. No obstante, encontré que era un tópico sobre el cual había mucho más que investigar y que se relaciona con una variedad de otros impactos que hay y que continúa teniendo el ser humano sobre el planeta.

 

Aunque se ha escrito bastante sobre cambio climático, sentí que había una oportunidad de contar un relato desde los inicios de los tiempos que nos explique cómo hemos llegado a la situación de hoy, donde se exponen temas relacionados no sólo con la quema de combustibles fósiles, sino también con la contaminación del aire y de los océanos, cómo nuestro desarrollo urbano ha, literalmente, “cortado” ecosistemas, el porqué estamos provocando una nueva extinción de especies sin darnos cuenta, y un largo etcétera de cosas que nos han convertido en el animal que más impacto ha tenido sobre la Tierra en toda su historia.

 

¿Cómo de grave es, a su modo de ver, la situación actual del mundo y el medioambiente que ha creado el hombre?

 

Sumamente seria. Es algo que la comunidad científica viene diciendo desde hace bastantes años. Tenemos poco tiempo para evitar un cambio irreversible en el clima y en los ecosistemas del planeta, pero el problema es que no parecemos tomar conciencia de que las circunstancias actuales ponen en riesgo la vida tal como la conocemos.

 

¿Qué otros cambios climáticos han habido en la historia?

 

Los análisis de expertos muestran que el planeta ha sufrido muchos eventos de este tipo en su historia, y muchos de ellos han sido asociados con episodios de grandes extinciones. Sin embargo, el fenómeno actual es único en el sentido de que los fenómenos anteriores se dieron por causas naturales (por ejemplo, producto de erupciones masivas). Hoy, por primera vez en los 4.600 millones de años de la historia de la Tierra, una especie (nosotros), ha sido capaz de generar un impacto de esta magnitud por sus propias acciones y decisiones.

 

¿En qué se diferencian de este?

 

Varias veces en el pasado, mucho antes que los humanos existiéramos, la Tierra ha sufrido cambios bruscos de la temperatura, en la que los polos se han congelado y descongelado una y otra vez. Dichos eventos abruptos de calentamiento global casi siempre fueron altamente destructivos para la vida. En todos ellos vemos la misma asociación entre los niveles de CO2 y las temperaturas globales, y los síntomas de esos eventos (un salto rápido en las temperaturas globales, el aumento del nivel del mar y la acidificación de los océanos) están sucediendo hoy por causas antrópicas. La ciencia ha podido determinar que, durante los últimos dos milenios, el planeta ha experimentado varios episodios de calentamiento y enfriamiento extremos como resultado de cambios naturales en el clima. Sin embargo, algunos científicos han confirmado que estos eventos climáticos fueron irregulares y afectaron a diferentes partes del mundo en diferentes momentos. En comparación, el cambio climático antrópico afectó al 98% del mundo simultáneamente durante el siglo XX. Esto proporciona una fuerte evidencia de que el calentamiento global actual no solo no tiene paralelo en términos de temperaturas absolutas, sino que también tiene una consistencia espacial sin precedentes en el contexto de los últimos 2.000 años.

 

Pero volviendo a lo que comentábamos al inicio de su pregunta, podríamos pensar, con justa razón, que 2.000 años es un período relativamente corto de la historia del planeta, “un parpadeo” en términos del tiempo geológico si lo queremos ver así. Retrocedamos entonces millones de años, hacia un episodio que se considera como la mayor extinción en la historia de la Tierra, un evento que marcó el final de un período geológico conocido como Pérmico, hace unos 252 millones de años.

 

Incluso mucho antes de que aparecieran los dinosaurios, nuestro planeta estaba poblado por plantas y animales que en su mayoría fueron destruidos después de una serie de erupciones volcánicas masivas ocurridas en Siberia. Alrededor del 96 por ciento de las especies marinas fueron aniquiladas durante la “Gran muerte” (como también se conoce a este evento), seguido por millones de años durante los cuales la vida tuvo que multiplicarse y diversificarse nuevamente.

 

Entonces las temperaturas aumentaron en unos 10 grados Celsius (esto en comparación con el aumento de temperatura de 1,2 Celsius que se ha visto desde que los humanos comenzamos a quemar combustibles fósiles).Las concentraciones de gases de efecto invernadero durante ese evento de gran extinción probablemente fueron mucho más altas de lo que son hoy. Algunos modelos sugieren que alcanzaron las 3.500 partes por millón (en perspectiva, las concentraciones actuales de dióxido de carbono rondan en un poco más de las 400 ppm). En principio, si nos enfocamos solo en la temperatura y en las concentraciones de CO2, lo que estamos viviendo hoy nos sugiere que estamos bastante lejos de una situación catastrófica como la ocurrida hace 252 millones de años. Pero es la tasa de cambio en las concentraciones de CO2 lo que hace que la situación actual no tenga precedentes. Durante el evento de extinción del Pérmico, la temperatura tardó miles de años en llegar a esos niveles (según algunos estudios, hasta 150.000 años). En cambio, el calentamiento de hoy solo ha tomado 150 años. Así, en un escenario de emisiones como el de hoy, se estima que para el año 2100 el calentamiento en la parte superior del océano habrá alcanzado el 20 por ciento del calentamiento experimentado a fines del Pérmico, y que hacia 2300 alcanzará entre el 35 y el 50 por ciento.

 

Estos casos son apenas dos de los muchos ejemplos en que la ciencia nos ha advertido de las terribles consecuencias del calentamiento global, y que existe la posibilidad cierta de una extinción masiva derivada del cambio climático antropogénico. Ahora, claro, como han dicho muchas personas, no es que nosotros vayamos a sufrir tales consecuencias, pero debemos hacernos la pregunta de si queremos ser responsables de los efectos de nuestras acciones y del mundo que van a heredar nuestros hijos y las generaciones del futuro.

 

Fernando2

 

 

 

¿Hay soluciones para evitarlo?

 

Se han propuesto varias soluciones y cambios en nuestro estilo de vida que, en algún grado, pueden ayudar a reducir nuestra huella de carbono. Algunas medidas son más conocidas que otras. Entre ellas se pueden mencionar las siguientes:

 

  • Reducir y eventualmente renunciar a los combustibles fósiles. El primer gran desafío es eliminar la quema de carbón, petróleo y, eventualmente, gas natural. Este debe ser el mayor desafío, ya que prácticamente todos, y especialmente los habitantes de las naciones más ricas, dependemos de su uso. Esto será posible solo si las tecnologías limpias logran un mayor despliegue.
  • Consumir menos. Una forma fácil y directa de reducir las emisiones individuales es simplemente comprar menos cosas. Ya sea renunciando a la adquisición de un nuevo automóvil, usar envases obolsas de supermercado reutilizables, reducir el consumo diario genera que se quemen menos combustibles fósiles para extraer, producir y enviar productos a todo el mundo.

 

Esto está relacionado con la idea de ser más eficientes. Si pensamos en el primer ejemplo que comentamos, mantener el automóvil en buen estado puede limitar la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero. Aunque claro, la mejor alternativa sería preferir el uso de bicicleta y el transporte público. Sin embargo, tenemos que poneren contextoque muchas personas usan su automóvil para trabajar y que no todas las ciudades del mundo cuentan con un transporte público adecuado o con las condiciones favorables que permitan el uso de bicicletas. Es por esto que hay que tomar con cuidado las generalizaciones y analizar caso a caso este tipo de recomendaciones. Ahora, si bien está claro que no hay recetas infalibles, elejemplo de ciudades como Ámsterdam muestran que con buenas políticas públicas un cambio de estilo de vidaes posible.

 

  • Mejorar la infraestructura global. Los edificios de todo el mundo contribuyen con alrededor de un tercio de todas las emisiones de gases de efecto invernadero. Aquí aparece la oportunidad para que edificios energéticamente eficientes y mejores procesosde fabricación de cementopuedan reducir las emisiones.
  • Cambio de dieta. Algunas organizaciones incluso señalan que las emisiones de la actividad agrícola y ganadera son mayores que aquellas de la industria de combustibles fósiles. Pero independiente de estas discrepancias, es claro que el impacto de esta actividad es enorme, por lo que elegir alimentos que reduzcan la ingesta de carne y que puedan equilibrar la nutrición y el sabor y al mismo tiempo reduzcan el impacto ecológico son importantes. Si no quieres ser vegetariano, también se sugiere al menos tratar de reemplazar algo de la ingesta de carnes rojas con pollo. Medidas más extremas consideran comenzar a alimentarnos de insectos, pero eso es algo que, a corto plazo, en los países más ricosno se ve plausible.
  • Planificación familiar. Hoy en día se estima que viven cerca de 7.700 millones de personas en el mundo, cifra que, según las Naciones Unidas, crecerá a nueve mil millones para mediados de siglo. Continuar tal crecimiento de la población parece insostenible, y este es el motivo de porqué algunos estudios señalan que tener un hijo menos tiene el efecto más considerable en la reducción de nuestra huella de carbono.Un crecimiento demográfico moderado en el mundo podría reducirlas emisiones de gases de efecto invernadero a largo plazo en un 40 por ciento o más.

 

Si bien el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático menciona que el crecimiento de la población es un factor tras el calentamiento global, no hay detalle sobre cómo abordar el problema. El motivo de esto es principalmente político. Durante muchos años se destacó la importancia de la planificación familiar, tanto para empoderar a las mujeres en el mundo como para reducir las tasas de natalidad, pero es complejo dar recomendaciones sobre algo que depende de la libertad de las personas. Además, ¿deben ser foco de esto los países más pobres (donde no existen mecanismos adecuados para el control de la natalidad)?, ¿por qué debería ser así, considerando la enorme brecha en términos del impacto que en su vida tendría un niño nacido en algún país de mayores ingresos? Estas son cuestiones difíciles de abordar en la agenda pública. No obstante, han surgido agrupaciones ciudadanas que alertan sobre el impacto de no tener una planificación familiar adecuada. Es positivo que las personas nos informemos sobre estas cosas y actuemos al respecto.

 

  • Fuentes de energía limpia. Como mencionamos en el primer punto, indudablemente se necesita fortalecer el desarrollo de las energías con bajas emisiones, comola energía solar o eólica, para lograr una reducción significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero. También podemos mencionar a la energía nuclear, pero los accidentes que han ocurrido y la percepción pública que hoy existe sobre ella la convierten en una fuente más bien improbable a corto plazo (desde el punto de vista político claro, porque muchos científicos defienden su implementación a gran escala).
  • La geoingeniería. Si no somos capaces de hacer los cambios necesarios, puede que no haya más alternativa que usar las herramientas de la geoingeniería, que incluyen, entre otras, intervencionespara bloquear la luz solar y afectar las corrientes oceánicas. El problema es que muchos señalan que estas medidas pueden tener consecuencias no deseadas, lo que hace que la solución pueda ser peor que el problema original. En otras palabras, si bien el cambio climático representa el primer experimento a nivel planetario de la humanidad, si todo lo demás fallapuede que no sea el último. Esperemos que no tengamos que llegar a eso.

 

¿Cómo es posible que en 50 o 60 años hayamos deteriorado tanto el planeta?

 

Creo que nuestra idea de progreso y felicidad ha estado condicionada fuertemente a la adquisición de cosas materiales, lo que a su vez se ha traducido en un nivel de consumo excesivo que ha impactado fuertemente los ecosistemas terrestres. Por supuesto, con esto me refiero fundamentalmente a los países más desarrollados, porque difícilmente puedes cuestionar a una persona que carece de luz y servicios básicos el que no se preocupe de su huella de carbono. En este sentido es muy relevante tener cuidado con el contexto en el que se plantean las cosas.

 

Continuando con la idea, quizás antes no lo notábamos o, al menos, contábamos con mucha menos información. Hoy en día sin embargo estamos mucho mejor informados acerca de los impactos que nuestras decisiones de consumo y crecimiento económico han tenido sobre el planeta. Creo que es importante que cuestionemos nuestras creencias y que empecemos a sopesar otras cuestiones que van mucho más allá de la riqueza material. De hecho, de forma creciente, algunos actores de las ciencias médicas están recomendando pasar más tiempo en la naturaleza, y en algunos países se han realizado estudios de cómo convivir con un entorno natural favorece el aprendizaje de los niños. Si pensamos que como seres humanos modernos llevamos cerca de 300 mil años viviendo en el planeta y que la agricultura y por ende las sociedades asentadas comenzaron hace apenas unos 10 mil años, eso tiene todo el sentido del mundo.

 

¿Cómo se posiciona usted ante el problema y cómo lo aborda en su libro?

 

Pienso que cada uno de nosotros puede aportar algo cambiando algunas de nuestras decisiones del día a día. Ese es el mensaje que trato de transmitir con el libro y de ahí el título de este. Cómo nuestra forma de vida es lo que va a determinar el futuro de la vida como la hemos conocido. Evidentemente se requieren decisiones de políticas públicas de gran escala, pero mientras en algunas de las cosas que podemos decidir no exista un cambio concreto y no se generela presión suficiente por parte de la ciudadanía, los tomadores de decisiones no van a realizar grandes cambios.

 

De todos modos, creo que es bueno destacar cómo en los últimos años se ha visto una comunidad global más empoderada y preocupada del legado que vamos a dejar como generación. Eso es justamente lo que se necesita para lograr un cambio verdadero.

 

“La forma en que vivimos” que es el título de su libro supongo que es completamente errónea.

 

En cierto grado. Pero la crítica fundamental apunta a lo que desconocemos o a lo que no queremos saber. Por ejemplo, yendo más allá del cambio climático, a nuestra relación con otras especies que llevan habitando este planeta durante un tiempo mucho mayor que nosotros, nuestra invasión implacable sobre su territorio y los efectos que nuestras acciones, directa o indirectamente, tienen sobre los ecosistemas globales. A ello se añaden los costos que otros seres humanos, casi siempre de los países más pobres, deben pagar por nuestra obsesión tecnológica. Esas externalidades se aprecian tanto en la chatarra que se genera al final de la vida útil de estos implementos y que han convertido a ciertos pueblos en verdaderos vertederos, como en la situación sociopolítica que se refuerza en ciertas zonas para favorecer la extracción a bajo costo de los insumos necesarios para fabricar los aparatos que compramos, lo que se traduce en costos aberrantes principalmente para niños y mujeres. Esto es algo que diversos medios de comunicación han mostrado, pero a nivel de consumidores no sé si realmente existe una preocupación por ello. Entonces, para tomar decisiones que disminuyan nuestro impacto sobre el planeta, lo primero que debemos hacer es ser conscientes sobre ello. Si no es así, difícilmente cambiemos “la forma en que vivimos”.

 

¿Depende solo de los países más ricos frenar esta situación global?

 

La responsabilidad es de todos, pero evidentemente los países y consumidores que tienen un mayor poder económico y que son los principales responsables de la situación actual, son quienes cuentan con las mejores herramientas y quienes están en la mejor posición para cambiar la situación de emergencia global en la que nos encontramos. No hay duda alguna de eso.

 

¿El vegetarianismo podría ser parte de la solución?

 

Se estima que la actividad agrícola-ganadera contribuye con cerca del 9 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, las que provienen principalmente del ganado, los suelos agrícolas y la producción de arroz.

 

Es claro que una dieta sana puede ayudarnos a mucho más que combatir el cambio climático (según los resultados que muestra el estudio global del “Happiness Research Institute” de Copenhague es algo que de hecho puede hacernos “más felices”). Sin embargo, este sería solo uno de los aspectos que nos deberían preocupar. En el caso de Estados Unidos, por ejemplo, la mayor fuente de emisiones de gases de efecto invernadero es la quema de combustibles fósiles para electricidad, calor y transporte. Es decir, poner el foco solamente en una de las fuentes es equivocado. Ahí está uno de los principales desafíos, pues es una suma de cosas las que nos trajeron a la situación de hoy y de cada una de ellas nos debemos hacer cargo.

 

Se están publicando muchos libros sobre el cambio climático, ¿en qué se diferencia el suyo?

 

Creo que es bueno que exista una gran variedad de fuentes a las que se puedan recurrir para aprender de las problemáticas que hoy enfrentamos. Ahora, respecto a cómo se diferencia este libro del resto, creo que la pregunta está equivocada, porque este libro no es de cambio climático, sino acerca de la huella del ser humano en el planeta y el calentamiento global es solamente uno de los problemas que enfrentamos. El libro considera además la contaminación atmosférica y los plásticos en los océanos, los impactos asociados al uso del plomo desde los tiempos de la Antigua Roma, nuestro uso y abuso de la flora y fauna global y cómo, en conjunto con todo lo anterior, posiblemente estemos provocando un nuevo gran evento de extinción masiva.

 

El libro construye un relato que considera, desde los inicios de los tiempos, cómo las acciones del hombre han afectado nuestro medio y que ha llevado a algunos científicos a plantear que hoy nos encontramos en la Era del Antropoceno, que básicamente significa un planeta esculpido por el hombre. En otras palabras, nuestros impactos sobre el medio ambiente van mucho más allá que el calentamiento global antropogénico.

 

¿Por qué no deberíamos creer a los negacionistas del cambio climático?

 

A estas alturas la ciencia ha dejado meridianamente claro el desafío que hoy tenemos ante nosotros. Al mismo tiempo, también sabemos que los “negacionistas” del cambio climático tienen una agenda político-económica detrás. Hay gente que, por decirlo de alguna forma, y condicionadas por temas religiosos, valóricos, políticos y/o económicos, “simplemente cree”. Otros en cambio, son capaces de observar la crisis global que está ocurriendo en diferentes partes del planeta, leen, se informan y pueden formar sus propias opiniones. Personalmente creo que las personas del segundo grupo son las llamadas a lograr los cambios que se requieren. Perder el tiempo con gente que no tiene argumentos con base científica me parece que no vale la pena.

 

La crisis global es real y así como vamos las cosas empeorarán, pero debido a que muchos entienden los motivos tras la posible catástrofe, sus consecuencias son aún una elección, no una conclusión inevitable.

 

 

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Por Elena Carrera

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