Que fácil es no pensar. Que extremadamente fácil es dejarse llevar, y que mal nos llevamos. Que fácil seguir el rollito que se lleve estemos donde estemos. Que fácil camuflarse y perderse entre la gente.
Pero que poco merece la pena. No nacimos para ser camaleones, no nacimos para camuflarnos, no nacimos para perdernos y ser uno más entre un millón. Ya hay suficientes mentes en serie. Suficientes mentes que no tienen nada que les diferencie del resto.
Demasiadas mentes que no es que piensen lo mismo que los demás, es que no se molestan ni en pensar. Demasiadas mentes iguales. Demasiadas mentes apagadas y cuerpos encendidos. Demasiado protagonista erróneo. Pero aun así, todos iguales, todos en serie. Intentando diferenciarse del resto, siguiendo los mismos patrones que siguen todos. Y así corremos por la vida, siendo simples camaleones, que es muy fácil, que se queda siempre bien y no hay que pensárselo mucho.
Pero no nacimos para eso. Claro que no nacimos para eso. Nacimos para llamar la atención, nacimos para asombrar, para ser un diagonal golpe de vista que marque a quien sea el afortunado que estaba mirando. Nacimos para hacer ruido. Para diferenciarnos. Para que se nos oiga. Para tener algo que sea solo tuyo. Algo que te haga distinto al resto, algo dentro de ti, algo que un ciego sería capaz de ver. Y está. Existe. Es ese algo que te hace quien eres. Que tú solo seas tú y no tú y el de al lado y el de al lado y el de en frente del de al lado. Solo y exclusivamente tú. Pero cuesta ¡eh! Cuesta encontrar lo que nos hace únicos. Cuesta encontrar lo que nos hace diferentes. Pero si no tenemos eso, ¿qué nos queda?
Un camaleón no deja sin aliento, apenas se les ve, no hacen ruido, viven escondidos, tienen miedo. Pero nosotros ¡no! No debemos ser así, tenemos que pisar fuerte. Y dejar huella a nuestro paso. Que se nos oiga a kilómetros. Que se nos sienta en la distancia. Que nos conozcan por quienes somos realmente, no por quienes aparentamos ser. Las producciones en serie tienen que acabar.
Ojalá alguien te conozca y seas completamente diferente de lo que ha visto hasta el momento. Ojalá alguien pronuncie tu nombre y sonría al instante . Ojalá seas tan transparente que llegues a un sitio y te vean. No tu cuerpo. No tu ropa. A ti. A lo que te hace diferente. Lo que hay en ti que realmente merece la pena, lo que solo tienes tú. Ojalá. Pero sobre todo, ojalá que primero lo encuentres tú mismo.
Ojalá que lo encuentres y te enamores de ti . Ojala que lo encuentres y seas capaz de ver las infinitas posibilidades que tienes en la vida solo por ser tú. Ojalá que te encantes. Ojalá que nunca te pierdas entre la gente y se te note estés donde estés, que no te empujen las modas, ni los planes, ni el momento, ni siquiera la vida. Ojalá seas tú el protagonista y escritor. No un personaje más. Nunca dejes que te rebajen a camaleón. Ojalá pises tan fuerte como puedas. Ojalá se te rompa el zapato. Ojalá tu huella sea tan tuya que nadie pueda borrarla jamás.
Por Miki Barañan
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