Aunque mucha gente cree que los hábitos en las finanzas personales proceden de los padres o de los ejemplos vistos a lo largo de la vida, las investigaciones actuales están demostrando que nuestros hábitos no se basan solo en el condicionamiento y en la educación. Algunas de las últimas investigaciones apuntan a que las reacciones de nuestro cerebro también pueden influir en nuestros hábitos de gasto.
Una investigación de 2008 publicada en el Journal of Consumer Research intentó trazar qué sensaciones nos produce gastar dinero enfocándose en la hipótesis de encontrar dos perfiles y sus puntos intermedios a través de una escala.
Tu cerebro tiene parte de la culpa de que ahorres o gastes más
De él salió la escala Tightwad-Spendthrift (traducido literalmente, de ‘fajos ajustados’ y ‘gastador de ahorros’, que podría decir que es ahorrador-derrochador). Está diseñada para evaluar hasta qué punto las personas encuentran dolorosa o angustiosa la perspectiva de gastar dinero. Los tightwads /ahorradores tienden a experimentar agobio al pagar y gastar más de lo que idealmente les gustaría pagar, mientras que los spendthrifts / derrochadores tienden a experimentar gastar más de lo que idealmente les gustaría gastar casi de forma inconsciente y sin notar angustia por ello.
Para llevar a cabo el experimento, se escaneó el cerebro de los participantes mientras simulaban tomar decisiones de compra. Los investigadores observaron la actividad en una zona del cerebro llamada ínsula o corteza insular, que se estimula cuando se experimenta algo desagradable. Cuanta más estimulación haya en la ínsula, menos probable será que alguien siga haciendo lo que estaba haciendo. Cuando se trata de dinero, la estimulación de la ínsula frena los gastos.
Los ahorradores perciben placer cuando saben que se han evitado un gasto
Por otro lado, el acto de ahorrar -ya sea por tener dinero en efectivo en un banco o por experimentar un ahorro importante en un producto o servicio al comprarlo- produce un intenso placer a los ahorradores. Porque sí, conseguir una buena ganga hace a cualquiera sentirse bien, pero los ahorradores sienten ese placer aún más, y los investigadores descubrieron que no es tanto por le hecho de ahorrar, sino por no tener que gastar tanto.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que las personas que tienen más actividad de la ínsula en el cerebro son más propensas a ser ahorradoras, y las que tienen menos tienden a ser gastadoras.
Fuente: El Economista