Desastres naturales con fecha probable como el deshielo previsto en el polo norte en 2050, han generado una nueva forma de ansiedad: la ecoansiedad. El cambio climático es un asunto que necesariamente ocupa la agenda diaria de los medios de comunicación, pero esta herramienta de concienciación social elemental puede provocar entre los más sensibilizados con el tema episodios de angustia y estrés.
Aunque no está considerada una patología en sí misma, la American Psychology Association define la ecoansiedad como “el miedo crónico ante la catástrofe medioambiental”. Algunas personas sufren episodios cotidianos de pena y desesperación, otros muestran ataques de pánico repentinos.
“No es una patología, pero la ansiedad, la tristeza, la preocupación y las obsesiones se van a dar en muchas personas por muy distintos motivos relacionados con la destrucción o la vulnerabilidad del medio ambiente”, señala Julia Vidal, psicóloga sanitaria y directora de Área Humana Psicología.
Según indica la especialista: ““Pueden expresar este tipo de ansiedad con anticipaciones de desastres que no han sucedido. Y si se han vivido hechos de forma cercana o a través de una noticia, es factible desarrollar un estrés post traumático ante el suceso”. Algo que puede evidenciarse también a través de problemas de sueño o preocupación constante.
Ser testigos de cómo una mayoría de la sociedad no toma medidas ante la urgencia climática es un estresor añadido. Aunque las noticias sobre catástrofes naturales son habituales, ¿por qué algunos se resisten a entenderlo? Se trata de un fenómeno denominado como distancia psicológica, por el que términos como cambio climático y calentamiento global se conciben a gran escala, pero no se relacionan con las consecuencias que tienen a nivel personal.
Fuente: La Vanguardia