Somatizaciones: Cuando el cuerpo nos habla de nuestras emociones

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Christian Payá PsicólogoPor Christian Payá Psicólogo y psicoterapeuta. Máster en Psicoterapia Humanista Integrativa

Hoy quiero hablaros de la relación entre los síntomas físicos y lasemociones, un tema muy importante en psicología que sin embargo genera bastante controversia en nuestra sociedad occidental.

Antes de empezar quiero que os toméis un momento para poner la atención en vuestro cuerpo. ¿Está relajado? ¿Hay alguna tensión o molestia en alguna parte? ¿Hay alguna parte en la que notéis con más frecuencia alguna molestia? Este sencillo ejercicio es un primer paso importante para tomar conciencia de nuestro cuerpo y aprender a escucharlo.

Prestar atención al cuerpo y aprender a escucharlo permite prevenir dolencias y enfermedades e incluso curarlas. Como ya he dicho se trata de un tema muy controvertido, pues en nuestra mentalidad predomina el modelo médico en cuanto a las enfermedades físicas.

Este modelo ve la enfermedad como un problema en los procesos corporales y trata de buscar remedios que permitan calmar o eliminar los síntomas. Antes de continuar quiero recalcar que no busco desacreditar este modelo, ya que lo considero vital en muchos casos. Lo que pretendo es complementar esa visión con un enfoque centrado en los aspectos psicológicos que se relacionan con las enfermedades que se manifiestan en el cuerpo.

Todos hemos escuchado alguna vez a algún médico decir: “Lo que te pasa es que tienes mucho estrés”. Esta afirmación ya es esperanzadora, pues indica que incluso la comunidad médica está reconociendo la relación existente entre la mente y el cuerpo. Sin embargo, decir que un problema médico se debe al estrés es demasiado sencillo y no permite, por sí solo, resolverlo.

En este artículo vamos a ir más allá y analizar cómo la represión de nuestras emociones nos puede llevar a somatizar, es decir, a que enfermemos a nuestro cuerpo. Digo “enfermemos a nuestro cuerpo”, porque creo firmemente que parte de la solución reside en asumir que nuestro cuerpo no es algo ajeno a nosotros que enferma por casualidad, sino que somos plenamente responsables de todo lo que ocurre en él.

Desde esta perspectiva no se trata de atacar los síntomas y eliminarlos como si fueran algo “malo”, sino de observarlos y aprender a descifrar el lenguaje a través del cual nuestro cuerpo nos está transmitiendo que algo no va bien.

¿Alguna vez os habéis preguntado por qué siempre que tenéis que ver a una o unas determinadas personas os duele la cabeza? o ¿Por qué de todos los fumadores sólo un pequeño porcentaje acaba desarrollando cáncer de pulmón? o incluso ¿Por qué unas personas se resfrían tan a menudo y otras, a pesar de estar en constante contacto con multitud de virus y bacterias (como los médicos, por ejemplo) no necesariamente se resfrían?

Un médico probablemente explicaría este último hecho como una diferencia en la eficacia del sistema inmunológico y, por supuesto, tiene razón. No obstante, desde el enfoque que os quiero presentar, esta diferencia no es casual, sino que está íntimamente relacionada con nuestro mundo emocional. Cuanto más cuidamos nuestras emociones, más sano está nuestro cuerpo.

Ya que voy a hablar bastante de emociones, creo que es importante que resuma brevemente cuáles son las emociones en las que me voy a centrar en este artículo y cómo las entendemos desde la Psicoterapia Humanista Integrativa.

Voy a centrarme en las emociones que comúnmente llamamos negativas, aunque personalmente prefiero llamarlas desagradables. No me centraré en las emociones positivas (alegría, amor horizontal, poder), ya que las enfermedades psicosomáticas suelen tener una relación más directa con la represión de las emociones desagradables. Evidentemente, reprimir constantemente la alegría o estar desconectado del poder y del amor se refleja en el cuerpo, pero muchas veces esta desconexión tiene que ver con una mala gestión de las emociones desagradables. Cuando el miedo, la tristeza o la rabia son tan intensas que no conseguimos gestionarlas adecuadamente, conectar con la alegría, el amor y el poder se convierte en una tarea sumamente difícil.

emociones negativas rabia miedo ira

Las 3 emociones “negativas” básicas:

  • Tristeza: es la reacción a la pérdida. Esta pérdida puede ser de cualquier tipo. Puede tratarse de una persona, de una relación, de un objetivo frustrado, etc. Cuando perdemos algo, sea real o imaginada esta pérdida, nos entristecemos por la pérdida de ese vínculo. Como regla general, cuanto más importante sea para nosotros la pérdida, más intensa será la tristeza. La tristeza, en cuanto respuesta a la pérdida de un vínculo, es una de las emociones principales del proceso de duelo. Os recomiendo el artículo de Adrián Quevedo sobre el Duelo en el deporte.
  • Expresión natural: El llanto . Hay diferentes grados. Cuanto más profundo y sonoro el llanto, más liberador. Además, la liberación que supone llorar acompañado es mayor que cuando se llora en aislamiento.
  • Miedo: ante una amenaza, real o imaginada, aparece el miedo. Se trata de una respuesta del organismo que nos permite tomar conciencia de que estamos en peligro, para así movilizar la energía necesaria y poder enfrentarnos a la amenaza. Cuando la amenaza sobrepasa los recursos de la persona, el miedo puede volverse tan intenso que acabe paralizándola.
  • Expresión natural: Huir o paralizarse.
  • Rabia: es la reacción ante la agresión. Cuando nos sentimos física o psicológicamente agredidos sentimos rabia hacia el elemento agresor.
  • Expresión natural: E nfadarnos y defendernos de la agresión . Es importante darse el permiso para enfadarse y defenderse, dentro de unos límites sanos. Por eso, en nuestra psicoterapia, facilitamos las herramientas y la protección necesaria para que nuestros pacientes puedan sacar su rabia sin dañarse y sin dañar a otros.

 

En resumen, nuestro cuerpo tiene una manera natural de expresar verbal y no verbalmente las diferentes emociones. Cuando este proceso se interrumpe, porque el contexto o lo que hemos interiorizado en nuestra educación no lo permite, la emoción puede enquistarse, sobre todo si se reprime de manera continuada.

¿Os suena alguna de estas frases? Es muy probable que, aunque no lo hayáis vivido en vuestra propia historia, estos ejemplos os resulten familiares y, es que, en nuestra sociedad, las emociones, sobre todo las desagradables, no están bien vistas.

Cuando estos mensajes se repiten, especialmente cuando son transmitidos de padres a hijos, se interiorizan como una norma a la que el niño aprende a adaptarse para sobrevivir. Se trata de un mal que en muchas familias se transmite de generación en generación.

También ocurre con las emociones positivas. Es bastante frecuente encontrarnos con personas que no se dan permiso para conectar con la alegría, con el poder y con el amor. Esto puede deberse a multitud de factores en los que no entraré en este artículo, pero en definitiva, las raíces se remontan a los mensajes verbales y no verbales que hemos recibido en nuestro apego con nuestros padres.

Como habréis podido deducir, estas restricciones implican un conflicto entre lo que el organismo necesitaría expresar y lo que se le permite expresar. Es este conflicto el que tiende a manifestarse como síntomas físicos, las denominadas somatizaciones. Dependiendo del grado y la frecuencia de represión, las somatizaciones serán más o menos evidentes. Se trata de una llamada de atención del organismo para que resolvamos algo que nos está dañando.

La investigación y la práctica clínica han podido establecer dónde tienden a localizarse en el cuerpo las diferentes emociones. Aunque estos descubrimientos son un mapa muy útil, quiero recalcar que la forma de vivenciar las emociones en el cuerpo es diferente para cada persona.

mapa emociones en el cuerpo

Algunos ejemplos de cómo la represión de las emociones puede manifestarse en forma de síntomas corporales

Las sensaciones físicas que acompañan a la emoción que sentimos nos están señalando lo que necesitamos hacer para volver al equilibrio. Cuando las desatendemos y no dejamos salir la tensión, tienden a acumularse. Es cuando aparecen losdolores de cabeza, estómago, cuello, espalda, lumbares crónicos, las anginas y faringitis, la fatiga crónica, vértigos, bruxismo, eczema, psoriasis, asma, alergias, etc.

Incluso podemos entender el cáncer, el Alzheimer, los infartos, etc. desde esta perspectiva.

Múltiples estudios han relacionado la personalidad con las enfermedades físicas , encontrando, por ejemplo, que las personas que tienden a aislarse y a no expresar sus emociones son más propensas a desarrollar uncáncer, mientras que aquellas que tienden a ser excesivamente coléricas y ansiosas tienen más posibilidades de tener un infarto.

Voy a comentar brevemente algunos problemas bastante comunes que se manifiestan a nivel físico. Se trata solamente de una guía, ya que la experiencia personal puede ser mucho más compleja.

Dolores de cabeza: muchas personas sufren dolores de cabeza crónicos no atribuibles a causas físicas. En estos casos es muy frecuente que exista una tendencia a reprimir la expresión de rabia.

Dolores de garganta: las personas que tienden a enfermar dela garganta, frecuentemente son personas que tienden a reprimir la expresión natural de la tristeza. Al no dejar salir el llanto natural, se va acumulando tensión en las zonas involucradas. Los dolores de garganta también pueden deberse a que hay algo que necesitamos decir y no estamos expresando, por lo que pueden estar involucradas otras emociones como la rabia y el miedo.

Dolores de espalda: una dolencia muy común son los dolores crónicos en la zona de la espalda, los hombros, el cuello y la zona lumbar. Muchas veces suele ser un signo de asumir demasiadas responsabilidades. El cuerpo puede vivir esto como una invasión, sobre todo cuando sentimos que esas responsabilidades no nos corresponden. La rabia que esto genera tiende a manifestarse en estas zonas.

Problemas cutáneos: la piel es el órgano más grande del cuerpo. Es la barrera entre la persona y lo que está fuera. Por esta razón, las afecciones de la piel suelen ser un signo de que existe algún tipo de problema en el contacto con el entorno. Puede deberse a una gestión inadecuada de diferentes emociones como el miedo, la rabia y la tristeza.

Desmayos: los desmayos, vértigos, fatiga y síntomas similares están muy relacionados con el miedo. Cuando sentimos que nuestros recursos no son suficientes para “luchar” contra una amenaza real o percibida, nuestro cuerpo puede optar por paralizarse. Este paralizarse y no afrontar la situación puede provocar desde fatiga crónica hasta desmayos.

Estos son solamente algunos ejemplos y no podemos olvidar que cada caso es diferente y único. Si queréis saber más, en esta página encontrareis otras dolencias asociadas.

Podemos analizar, por tanto, cualquier enfermedad del cuerpo desde esta perspectiva psicosomática. La práctica clínica demuestra que las personas que realizan o han realizado un proceso psicoterapéutico, en promedio, enferman menos. Además de servir como prevención, también se ha comprobado que muchas dolencias y enfermedades remiten e incluso se curan cuando se combina el tratamiento médico con el psicológico, en mayo proporción que cuando solamente se aplica el tratamiento médico.

¿Qué podemos hacer entonces para mantenernos sanos?

La respuesta sencilla es: escuchar a nuestro cuerpo y darle lo que necesita. No obstante, se requiere un trabajo continuado y profundo para poder hacer esto. La mejor forma que conozco de hacerlo es realizar un proceso de psicoterapia en el que se tenga en cuenta el trabajo con el cuerpo, a través de la escucha de los síntomas y el diálogo con ellos. También son muy útiles las técnicas que, a través de masajes y otros procedimientos, facilitan la conexión y la liberación de la emoción encapsulada.

Digo que la psicoterapia es la mejor forma que conozco, ya que se requiere un trabajo muy profundo para flexibilizar los bloqueos emocionales que hemos generado y desarrollado desde nuestra gestación y es precisamente en un contexto terapéutico de confianza y protección donde mejor podemos comprender y superar esos bloqueos. En este contexto, podemos conectar profundamente con nuestro mundo emocional y expresarnos libremente, sabiendo que un profesional que nos acompaña sin juzgarnos velará por que no nos dañemos durante este proceso.

El objetivo es ir comprendiendo cada vez mejor lo que nuestro cuerpo está tratando de comunicarnos e ir incorporando los permisos necesarios para darle lo que nos está pidiendo.

Para terminar, me gustaría invitaros a que os paréis, como al principio, un momento en las siguientes preguntas y compartáis, si lo deseáis, vuestra experiencia y vuestras reflexiones:¿Cómo está mi cuerpo aquí y ahora?, ¿Dónde suelo acumular las tensiones?, ¿Qué partes de mi cuerpo son más vulnerables? Si pongo mi atención en esas zonas, ¿qué siento que me podrían estar diciendo?

Os recomiendo también las siguientes lecturas:

Un gran abrazo

Christian

Para más información: http://www.iluminatusombra.com/

 

 




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