Tener o no tener dinero depende de patrones inconscientes emocionales y mentales

Chica con dinero

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“En el dinero se manifiestan los conflictos que corresponden a otras áreas como lo emocional o lo mental. El manejo que hagamos de él es la resultante de nuestra historia de vida y de las pautas culturales que recibimos”. –afirma Anacelis Castro autora del libro “Nuestras conductas con el dinero” premiado con el Teilhard de Chardin en 1997 un galardón creado en honor del prestigioso teólogo, paleontólogo y filósofo francés.

Para la autora, experta en autoayuda y autoconocimiento, el dinero no es más que una corriente energética que habla sobre nosotros. Si queremos conocernos y cambiar pautas negativas es inevitable hacer un estudio de nuestros comportamientos a nivel material.

A continuación se describen algunos prototipos que expresan los diferentes modos de relacionarse con el dinero, hay que reconocerlos, tomar conciencia de ellos y observar que habitualmente se corresponden con nuestros conflictos en el plano emocional o mental.

El avaro

Es un ser dominado por el miedo. Su creencia es que a mayor cantidad de dinero, mayor seguridad. Guarda “por si le pasa algo”, quiere “estar preparado por si…”. Siempre es negativo. Con este tipo de pensamiento crea en torno a él un malestar continuo, ya que su miedo se está retro-alimentando siempre. Puede llegar a tener fortunas pero seguirá viviendo de manera miserable. Y sucede así, porque espera que la fuerza y el poder que tanto anhela le lleguen de fuera cuando ambas son algo interno. Hay que saber que nada externo modifica una conducta cuando es alimentada desde un patrón mental

Estas son sus características:

  • Incapacitado , desde su estructura mental, para disfrutar.

  • Inseguro siempre , por más dinero que tenga.

  • Está generando continuamente un cúmulo energético acorde con esta negatividad. Sus sensaciones emocionales le impulsan a seguir con esta conducta.

El despilfarrador

El opuesto al Avaro (aunque, según la Ley de Polaridad, ambos son iguales. Los extremos se tocan). Estamos ante una persona que no puede retener el dinero. Siempre gasta más de lo que debe y llega a quedarse sin nada, destruyendo patrimonios. Si analizamos antecedentes familiares, hallaríamos casi con seguridad una notable cantidad de avaros en su árbol genealógico.

También le habita el miedo, pero (en este caso) miedo a tener dinero y “parecerse a…” No quiere cerca una fortuna porque la relaciona con conflictos y desavenencias.

Ésta es su principal característica:

    • Tiende a conductas de falta de responsabilidad. Se trata de una forma de bloqueo constante que le impide ver las consecuencias de sus actos

El que vive en la pobreza

El patrón mental que rige en él es la desvalorización, que se traduce en “no sirvo” y “no puedo”. De ahí que active constantemente juegos muy fuertes de exigencia y auto-exigencia, rodeándose, además, de personas exigentes que le hacen vivir con el máximo de exigencia en todas las áreas. Al ser imposible cumplirlo todo, renuncia siempre a todo. Se auto-sabotea cada día.

Estas son sus características:

  • Se auto-castiga. Se desvaloriza y reafirma continuamente el “no lo merezco”. Una espiral de retro-alimentación dolorosa

  • Llega a convencerse de que “nada bueno me puede pasar” o de que “lo bueno dura poco”

  • Vive siempre en una larga lista de carencias . Se asegura, desde el inconsciente, una vida en la pobreza. Y, también, no poder salir de ella

El compulsivo

La compulsión funciona desde patrones mentales que garantizan sufrimiento. No existe el disfrute, y siempre hay un deseo de tener más.

Estas son sus características:

  • Los compulsivos son inconscientes, pero existe un conocimiento consciente de los hechos acompañado, eso sí, de una sensación de no poderse controlar

  • El verdadero motor que impulsa a estas personas es la necesidad de dañarse que les genera tanta culpa

  • Sus actos compulsivos tienen características de hábitos. Funcionan casi como algo ‘mecánico’, casi ‘involuntario’, algo que ni ‘registran’. Pero que les daña.

¿Cómo cambio?

He aquí la pregunta clave porque entonces ya nos habremos dado cuenta de que hay algo que hacer con esta realidad. En primer lugar, tomando conciencia de dónde estás. Cuál de los anteriores patrones te mueve. Asúmelo y di sí a dejarlo atrás definitivamente en tu vida. A empezar un importante trabajo de acción para cambiar y dejar de sufrir.

Después, ésta es la consigna: No me importa el dinero. Debes hacerla tuya como el respirar.

Si lo tienes, si tienes dinero, te habrás desapegado de él y nunca te va a faltar porque lo has encajado en tu vida en la “frecuencia suministro”. No intervienes en ella y el dinero llegará siempre a ti conforme a tu necesidad.

Si no lo tienes, algo impide en tu vida la comunicación con el dinero. Analízalo. Puede que digas “no me importa” como sinónimo a “me supera”, “no puedo”, “no lo merezco” o “no sirvo”. Puede que te estés rigiendo por un patrón de desvalorización. No es posible que no te interese algo que está presente en cada acto de nuestra vida. Ten esto en cuenta: No hay nada gratis; cuando algo es gratuito, siempre hay un costo para alguien: lo que vale lo está pagando otra persona.

Lo mejor que podemos hacer por otro no es sólo compartir con él nuestras riquezas, sino mostrarle las suyas” (Benjamin Franklin)

 

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