El mal negocio de comer mucho y mal y sus consecuencias para nuestra salud y nuestro bolsillo

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En mi anterior reflexión http://goo.gl/b9tJTb llegamos a dos conclusiones importantes, «que la comida sea tu medicina, que tu medicina sea tu comida» y «nos alimenta lo que asimilamos, no lo que comemos». Hoy partiré de una conclusión que posteriormente desarrollaré:

«Nuestro cuerpo sólo puede alimentarse de lo que necesita». Imaginemos a un conductor que se detiene en una estación de servicio para llenar el depósito de combustible y vemos que una vez lleno el depósito el conductor sigue presionando la salida de la manguera y sigue saliendo el combustible que cae al suelo desparramándose por doquier. La situación es obviamente absurda, pero más absurdo es el hecho de que el conductor quiera pagar únicamente por el combustible que cabe en el depósito, y la ley obligará a pagar también todo lo desaprovechado.

Cuando nos sentamos a la mesa e ingerimos más de lo necesario, nuestro cuerpo tiene que consumir mucha energía para tratarlo o metabolizarlo , no olvidemos que la digestión es el proceso metabólico que más energía consume, y como ocurría en la estación de servicio, el exceso desaprovechado también tiene un coste. Nadie en su sano juicio derrocha 50 € de combustible vertiéndolo en el suelo cada vez que llena el depósito, si lo llenamos una vez a la semana, al mes tiraríamos a la basura 200 € que al cabo del año sumarían 2400 €.

Son numerosas las implicaciones que se derivan de estos excesos, pues las subdividiré en dos grupos que son: la gestión negligente de nuestra economía que es lo menos importante y la gestión negligente de nuestra salud.

Con respecto al primer grupo mencionaré una única cosa: que al comer sólo lo suficiente podríamos dedicar el mismo presupuesto a comprar alimentos de mucha mayor calidad. Volviendo al ejemplo de la estación de servicio, tendríamos 200 € para optar a un combustible mucho más adecuado para el motor de nuestro coche, dicho de otro modo, por un combustible mucho mejor tratado para optimizar el funcionamiento del motor, que no el low-cost que a los pocos meses avería el sistema de inyección, que nos costará un ojo de la cara y parte del otro reparar. Así que el combustible de bajo coste nos ha salido extreme high-cost, es decir, extremadamente caro o estúpidamente caro.

El segundo grupo, «gestión negligente de nuestra salud», merece un análisis más profundo puesto que a largo plazo puede significar una vida sana o llena de enfermedades.

La comida que se consume en exceso tiene que ser desechada por el organismo ya que es inútil para su mantenimiento, y lo hace de dos modos: por medio de nuestro sistema natural de excreción, y acumulando lo que no puede excretar en forma de tejido graso añadiendo un peso no solamente inútil sino perjudicial para la salud de nuestro cuerpo en función del volumen excedido.

Así pues, el exceso imposible de metabolizar correctamente se convierte en un lastre para nuestro sistema que exige del mismo un gran consumo de energía que se desvía desde las funciones vitales con gran detrimento para las mismas. Estamos hablando por lo tanto de una bomba de relojería que necesariamente se activará de no interrumpir el exceso, trayendo consigo consecuencias lamentables para la salud de nuestro cuerpo y en definitiva para la de nuestra vida.

Llegados a este punto, y puesto que la inmensa mayoría concede al exceso cierta tolerancia, también considero que un poco de exceso no va a perjudicar seriamente el buen curso de nuestra función metabólica, así que no tenemos que sentirnos culpables mientras nos situemos dentro de la «zona de seguridad», y ¿cómo sabemos esto?, pues escuchando si nuestro cuerpo nos pide más comida o no.

Habrá que acostumbrarse a comer cuando sintamos hambre de verdad , algo que al principio no es fácil de detectar después de tantos años de hacerlo porque es la hora.

Cuando es hambre verdadera lo que nos impulsa a comer disfrutamos de la comida, las glándulas salivales secretan saliva que nos ayuda a pre-digerir convenientemente el alimento, posteriormente pasa al estómago que termina de encargarse de la digestión.

Así todo fluye sin esfuerzo innecesario y desaparece la acidosis en nuestro estómago.

Conclusión: Comer solo lo necesario, es a corto, medio y largo plazo la mejor inversión en nuestra salud desde el punto de vista de la nutrición. Otra cosa es lo concerniente a la calidad de los alimentos que ingerimos, el ejercicio que el cuerpo necesita para mantener la tonicidad y flexibilidad muscular, así como el equilibrio emocional, pero de estos puntos hablaré en otras reflexiones viendo cómo interactúan.

Por Joaquin Fabra

Lee aquí la primera reflexión sobre alimentación en un artículo anterior http://goo.gl/sNJgPX

 

 




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