Docente e investigador en universidades como Harvard y Berkeley , Claudio Naranjo, fundó el programa SAT, una integración de la terapia Gestalt, el Eneagrama y la Meditación para enriquecer la formación de profesores. Estará en Bilbao el 27, 28 y 29 de junio de 2014 dentro de unas jornadas del programa SAT para “Humanizar la educación”.
Claudio Naranjo (Valparaiso Chile 1932) es una figura de sabiduría entre las iglesias sincréticas de Brasil y algunos linajes chamánicos de Latinoamérica, así como entre los sufíes. Profesor en Berkeley, se le considera un pionero de la psicología transpersonal y un integrador entre psicoterapia y espiritualidad.
Lleva años de trabajo en el ámbito de la educación y su voz de alarma se ha expresado de muchas maneras y de forma contundente diciendo que “o cambiamos la educación o este mundo se va a pique”. Este médico psiquiatra chileno discípulo de Fritz Perls, uno de los grandes terapeutas del siglo XX, formó parte del equipo del Instituto Esalen en California. Las que siguen son un resumen de sus ideas sobre el sistema educativo.
Frases de Claudio Naranjo respecto a la educación
1- La educación debe educar a las personas para ellas mismas y no para inculcarles nuestras plagas.
2-La urgencia de cambiar la educación para cambiar el mundo
3-Todo depende del factor humano y esto (refiriéndose al cuerpo) es un robot que hemos construido, debemos pasar por la consciencia.
4-La educación no educa sino que quiere eliminar no solo lo humanístico sino también lo humano.
5-Promover el estudio y desarrollo de una educación integral y armónica que tenga en cuenta los aspectos intelectuales, emocionales, corporales y espirituales del ser humano.
6- La educación se resiste al cambio, tal vez más que ninguna otra institución.
7- La educación tiene que ver con la conciencia misma. Con aquella parte de la mente de la que depende el sentido de la vida. Se está educando a la gente sin ese sentido. Tampoco es la educación de valores porque es demasiado retórica e intelectual. Los valores deberían ser cultivados a través de un proceso de transformación de la persona y esta transformación está muy lejos de la educación actual.
Muchas de sus ideas respecto a la educación están en este resumen del prólogo que el mismo escribió para su libro “Cambiar la educación para cambiar el mundo” (Editorial La Llave 2004).
No soy profesionalmente un educador sino un médico. ..Se habla mucho hoy en día acerca de la crisis de la educación, y con buena razón para ello; pero pienso que la crisis de la educación sea sólo uno de los múltiples reflejos de la crisis del mundo –y poco me habría interesado en la educación de no ser por la convicción de que sólo una transformación de la educación pudiera salvarnos de la trágica escalada de la violencia, la deshumanización y destrucción de la vida, valores y culturas que asolan nuestro planeta.
Pero vamos por partes. ¿En qué consiste la crisis de la educación? Principalmente en que tanto los alumnos como los profesores se sienten infelices. En los docentes tal infelicidad se manifiesta en desmotivación, depresión y enfermedades físicas, en tanto que en los estudiantes se manifiesta en desinterés, rebeldía, trastornos de la atención y del aprendizaje, violencia…
Una forma de reformular esta propuesta con otras palabras sería que debemos dar un salto del uso de la educación como medio de transmisión o reproducción de una cultura a un uso de la educación al servicio de una transformación, que nos lleve desde nuestra presente condición a algo que no conocemos. Y un primer paso hacia esta transformación me parece que tendrá que ser una comprensión amplia de cuánto más debería ser la educación, y urge que sea, que la simple instrucción…
Soy de aquellos que piensan que nuestra actual crisis, lejos de ser el resultado de una complicación reciente de la vida civilizada, no es otra cosa que la obsolescencia de aquello que estamos acostumbrados a glorificar como nuestra “civilización”. Podemos decir que la civilización desde sus comienzos ha sido violenta, injusta, represiva, autoritaria, insensible, explotadora, etcétera…
¿Qué podemos hacer, si es verdad lo que digo?
¿Significa ello que el problema que nos aqueja es demasiado enorme para ser resuelto? No necesariamente, y bien podría ser que, así como el individuo que sufre de un mal emocional necesita reconocerlo para ser ayudado, también una nueva esperanza se abre al mundo cuando éste reconozca su propio mal milenario…
Pero ni siquiera un programa colectivo para el despertar y cura de la conciencia podría prometernos un mundo mejor. Afortunadamente, sin embargo, es más fácil prevenir que curar, y el control que tenemos sobre la educación nos permite concebir el proyecto de una generación de seres más sabios y amorosos que aquellos que integran la nuestra.
El gran problema, es que la propuesta de una educación salvífica deba pasar por la transformación de una institución tan altamente fosilizada como la burocracia de la educación, y tanto más preocupada de servirse a sí misma que a la comunidad…
Sean cuales sean las razones que se tengan para ser optimista o pesimista, creo que más vale que demos batalla. Me parece saludable combatir por la vida. Como dice un refrán inglés, “Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad”. Y ya que concibo la educación como nuestra mayor esperanza, cómo podría no querer hacer algo al respecto, poniéndome a su servicio…
Más información: www.fundacionclaudionaranjo.com