Cuando hablamos de valores empresariales nos referimos a una serie de principios sobre los que las compañías basan sus objetivos tanto a nivel ético como económico. Dichos valores son determinantes a la hora de fijar los fines de la empresa, definir los principios éticos de los trabajadores y las estrategias para conseguir mayores beneficios económicos, entre otros aspectos.
Así pues, queda claro que los valores de las empresas ayudan a determinar los fundamentos de las mismas, su cultura, su compromiso social, su potencial y su competitividad, junto con las estrategias laborales. Veamos algunos ejemplos de los valores empresariales que, de forma general, se suelen aplicar.
Trato respetuoso
No cabe duda alguna de que el respeto es un valor fundamental para las personas. Es importantísimo tratar a los demás como uno mismo quisiera ser tratado, escuchar sus propuestas con atención y respetar sus críticas constructivas. Cuando una empresa se dirige a sus clientes, su asesoría o sus proveedores, por ejemplo, debe tener siempre en cuenta esta máxima.
Claridad y honestidad en la comunicación
Todas las comunicaciones empresariales deben ser transparentes y honestas en todos los departamentos, así como con los clientes y proveedores o con aliados como una gestoría laboral.
Por otro lado, una comunicación permanente y clara es indispensable para que tanto los trabajadores como todas las personas que guardan alguna relación con la empresa estén al día de los avances, proyectos y objetivos, y de los planes de expansión incluso.
Responsabilidad laboral
Este es un principio que tiene que ser aplicado por la empresa como institución, y por los empleados como parte de la empresa. La responsabilidad se puede aplicar a través de la disciplina, la puntualidad, la integridad, el cumplimiento de las tareas asignadas y la honestidad entre todos los que trabajan en una misma empresa.
Y es que la responsabilidad es parte imprescindible de la gestión de toda empresa, ya que supone el orden y una serie de normativas a cumplir en beneficio de las personas que guardan relación con la compañía.
Competitividad
Hablamos en este caso de un valor que se promueve desde la cultura empresarial, y que se basa en la necesidad de idear contantemente proyectos que sirvan para mejorar los procesos laborales, la calidad de los bienes o servicios y la producción.
Autocrítica
La autocrítica supone dedicar tiempo a analizar cuáles son los puntos fuertes y débiles de las empresas y de los trabajadores, a qué se deben y cómo se les puede poner solución. Debe ser constante y coherente con la visión de la empresa y su misión, ya que ello ayuda a conseguir los mejores resultados y mejorar la competitividad y calidad con respecto a los competidores.
Integridad laboral
Valor caracterizado por poner por delante de las responsabilidades laborales la honestidad y el compromiso. Es por ello que en las empresas se debe hacer especial hincapié en la integridad desde la cultura organizacional, evitando así estafas o daños a terceros.
Disciplina y constancia
Tanto la constancia como la disciplina son valores empresariales inherentes a la creación de proyectos de calidad, la superación de obstáculos y el trabajo duro. Los beneficios que se consiguen son para la empresa y los trabajadores.