Vivir es adaptarse al cambio, existir es entrar en un ciclo de movimiento que nos hace enrolarnos queramos o no en esa constante transformación que es la corriente de la vida. Lo que era ayer hoy no es y lo que hoy es mañana ya no será. Esta realidad nos produce una gran inseguridad a las personas que en nuestro fuero interno queremos encontrar seguridad, algo que no esté en permanente movimiento, algo que sea permanente, imperecedero.
Siendo conscientes de esta realidad tenemos que comprender que lo más inteligente es adaptarnos a estos cambios constantes y lo menos inteligente sería resistirnos, enrocarnos y permanecer en nuestras propias cárceles de pensamiento, emoción y acción. Hay que acoger los cambios de la vida y bailar con ellos. Establecer una danza en la que logremos pasos cada vez más acompasados en un dar y recibir que crea un flujo entre nosotros y cuanto nos rodea.
Desprendernos del ayer es lo adecuado y lograr que el hoy ocupe todo nuestro interés nos libera porque es en ese espacio vivo y fresco donde tenemos que ser, estar y actuar en cada momento. Si nos empezamos a observar veremos que nuestros pensamientos ocupan nuestra mente y ellos provienen del pasado. Estando enfocados en cada instante de nuestra vida veremos como esa danza se va dando y de manera natural damos los pasos adecuados al compás de la música de fondo.
En Física, más concretamente en mecánica cuántica, el principio de incertidumbre establece la imposibilidad de que determinados pares de magnitudes físicas observables y complementarias sean conocidas con precisión arbitraria. En otras palabras, cuanta mayor certeza se busca en determinar la posición de una partícula, menos se conoce su momento lineal y, por tanto, su masa y velocidad. Fue enunciado por Werner Heisenberg en 1925.
Como nos dice la física cuántica el comportamiento de una partícula es impredecible y nuestra vida también lo es. De ahí la necesidad de convertirnos en intuitivos y creativos bailarines para seguirla con amor y atención en cada instante. Sólo ser vulnerables y aceptar esta singularidad nos dará la seguridad de que no nos queda otro remedio que bailar y hacerlo con ganas, con pasión y aceptación. Es cuando llega esa comprensión que la vida se torna más amable y armoniosa lo mismo que nuestra mirada hacia ella.
Por Elena Carrera
Directora Tu Nueva Información