Elevar nuestra mirada por encima de los problemas y conflictos diarios es necesario porque si no lo hacemos podemos quedar atrapados en una cadena de acontecimientos que nos llevan como en volandas de unas cosas a otras y al estar tan involucrados no nos permitimos situarlos en su justo punto. Cuando empieza el curso, en septiembre, nos abrimos a una nueva etapa, es un comienzo marcado por el año escolar. Se abre una etapa y es precisamente uno de los mejores momentos para desarrollar “la mirada del águila” y observar con cierta distancia lo que acontece en nuestras vidas.
Cada uno de nosotros tenemos ahora situaciones diferentes que afrontar y hace falta reconocer esos retos, meternos de lleno en ellos, observarlos in situ, incluso diría que hay que amarnos incondicionalmente ante las dificultades que nos envía la vida para a continuación elevar nuestra mirada sobre ellas y con la agudeza que tiene la mirada de un águila atravesarlas, afrontarlas, transformarlas.
Elevar la mirada no significa evadirse de lo que hay es más bien todo lo contrario, sin perder el objetivo, ampliar el foco para poder ver más allá de las dificultades que nos nublan la vista al estar tan involucrados incluso emocionalmente en nuestros propios problemas.
Observemos todos los retos que tengamos con amplitud de miras y concentración para ir desgranando mes a mes, día a día, ese continuo presente que hay que vivir. Mira bien el detalle pero no te olvides de la vista panorámica. Te deseo mucho coraje, mucha fuerza y sobre todo mucho amor para afrontar cada nueva aventura.