Tomar distancia de nuestra experiencia vital

Por  tiempos convulsos y revueltos pasamos todos en nuestra experiencia vital y personal. Etapas en las que nos desesperamos porque nada parece salir bien, todo se tuerce y no sabemos muy bien cómo enfrentarnos a ello: conflictos familiares, laborales, de salud, de identidad, pérdidas de seres queridos, problemas económicos, nervios, incapacidad para centrarnos, desánimo. Esa sensación de vernos como David ante Goliat y sentirnos cada vez más vulnerables. En fin, amigos, todos sabemos de qué hablo. Nadie se libra a lo largo de la existencia de pasar por penas y desdichas más o menos acentuadas.

 

La tendencia imperante a ser positivos está muy bien pero hoy quiero profundizar un poco más. A veces hay que parar, llorar, vivir las emociones y darnos ese espacio tan necesario para resetearnos (palabra que creo define muy bien el hecho inexorable del continuo cambio en que vivimos), qué eliminar de nuestro “disco duro”, con qué quedarnos y qué cosas nuevas incorporar. Hay que limpiar la casa interna, el templo que alberga nuestra alma, profundizar en la experiencia vital por la que estamos pasando. Que el pasado no se apodere de nosotros, aunque a veces haya que mirar atrás para tomar impulso, otra dirección. Y que la incertidumbre que nos produce el futuro no nos paralice.

La respuesta siempre está en el presente, en hacernos uno con el problema, en no tener miedo a vivirlo. Tras observar las sensaciones y emociones que nos producen esos hechos concretos es imprescindible tomar distancia, empezar a tomar distancia para poder ver todas las posibilidades que tenemos ante un reto. La clave está en la observación sin juicio. Eso sólo podemos hacerlo cuando no estamos atrapados por el ruido emocional y mental que nos produce el vivir.

Tenemos que convertirnos en águilas, mirar el asunto que nos preocupa con perspectiva. Con esa visión elevada hay que ir tomando distancia y convertirnos en testigos de nuestra propia vida. Si hay momentos en que no puedes hacer nada o no sabes qué hacer permítete la creatividad y la fuerza para instalarte en tu interior, cultiva el silencio y la contemplación, sólo desde ahí podrás elevarte a las alturas y sabrás qué hacer.

Ésta es, lo digo por experiencia y práctica, la visión correcta, conviértete en actor de tu propia vida. No te creas demasiado lo que está pasando porque la realidad en la tercera dimensión sabemos que son meras apariencias, es nuestro cerebro quien fabrica imágenes y nuestro inconsciente quien las proyecta. Toma distancia, elévate, sé muy tierno contigo mismo y con los demás, ayuda siempre que puedas y acepta ser ayudado. Todos estamos en el mismo barco. Profundicemos, no nos quedemos en las apariencias.

Por Elena Carrera

Directora Tu Nueva Información

 

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