Entender la vida

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El lenguaje es una herramienta que los seres humanos utilizamos para muchas cosas, continuamente, no sólo para entendernos en aspectos de mera utilidad sino también en otros planos de pensamiento más profundo. Expresamos nuestros planteamientos mentales, hablamos de nuestras emociones y también lo utilizamos para comunicar o entender lo más sutil, lo más sagrado, lo espiritual, nuestra esencia, el sentido de la vida…

Es tan amplio el campo que ocupa lo que pretendemos expresar; nada más y nada menos que toda nuestra complejidad como seres humanos. Una tarea inabarcable que adjudicamos al lenguaje. Es esencial comprender esto porque pasamos años, por no decir la vida entera, sin percatarnos de lo importante que es atender y entender a nuestros congéneres, a los múltiples interlocutores que conocemos y con los que nos relacionamos a lo largo de nuestra vida.

Hacerlo es esencial y nos beneficia enormemente. Cuando estemos frente a una persona, pongamos toda nuestra atención, dirijamos toda nuestra energía a ese instante y se dará una comunión entre ambos, ese es el plano óptimo de comunicación. ¿Difícil? Muy difícil llevarlo a la práctica. ¿Por qué? Porque no prestamos atención a casi nada y a todo a la vez, porque hemos caído en la superficialidad, en la dispersión, en la inmediatez, en no tener tiempo, en no estar centrados.

Hay que entender que nos estamos moviendo en un todo, en una unidad y que la comprensión del otro es la comprensión de nosotros mismos. Somos manifestaciones temporales en la escuela de la vida donde tratamos de aprender y de entender. Somos espejos unos de otros y esa es la magia de la verdadera comunicación.

Siempre hay que prestar atención, incluso para el más básico aprendizaje y, para acceder a planos más elevados de conciencia es necesario trascender el lenguaje, las palabras son señales que meramente apuntan a lo inexpresable y en esa comunicación de lo sutil la atención plena es imprescindible, así como el silencio abre otro plano de comunicación: el de lo inexpresable.

Cuán difícil nos resulta comunicarnos y escuchar a los demás. Cuantos malentendidos y distorsiones existen en nuestras relaciones; por no comprendernos unos a otros, y por nuestro trasfondo inconsciente, que interfiere todo el tiempo en nuestra interacción con otros y distorsiona la realidad sin que ni siquiera nos percatemos de ello.
 
El texto que os dejo a continuación alude a ello y expresa el secreto de la comprensión más alta que anhela el ser humano que no está separada de la comprensión más elemental. Es un extracto de una charla de su autor y dice así:
 
Para comprender cualquier cosa – no solamente lo que yo digo sino cualquier cosa ¿qué se requiere?, ¿qué se necesita para entenderos a vosotros mismos, para comprender a vuestro esposo, a vuestra esposa, para comprender un cuadro, elpaisaje, los árboles? Verdadera atención, ¿no es eso? Porque, para entender algo, tenéis que dedicarle todo vuestro ser, vuestra atención integra, plena, profunda, ¿no es así? ¿y, cómo puede haber atención plena, cuando estáis distraídos? Por ejemplo: cuando tomáis notas mientras yo estoy hablando, captáis, probablemente, una buena frase y os decís: “Cáspita, voy a anotar eso; voy a usarlo en mi disertación”. ¿Cómo puede haber plena atención cuando sólo os interesan las palabras? Esto es, estáis concentrados en el nivel verbal, por lo cual sois incapaces de sobrepasar ese nivel verbal. Las palabras son tan sólo un medio de comunicación. Pero si no sois capaces de comunicaros y os apagáis a las meras palabras, es obvio que no puede haber plena atención. No hay, por lo tanto, recto entendimiento.
 
El escuchar es, pues, un arte, ¿verdad? Para entender algo debéis prestar plena atención.
 
Jiddu Krishnamurti
 
Su consejo me parece oro puro, no para escucharlo y olvidarlo sino para ponerlo en práctica en todos y cada uno de los momentos de nuestra vida.
 
Elena Carrera

 

 

 




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