“Una ducha diaria, en la que nos lavemos a fondo el cuerpo y el pelo, es suficiente para desproteger la piel” asegura el virólogo de la facultad de Medicina Queen Mary de Londres, John Oxford, quien también preside el Consejo Nacional de la Higiene. “Lo más importante es lavarse las manos continuamente para mitigar los gérmenes que portamos, y evitar así que se propaguen infecciones”-afirma el científico-.
El doctor Richard Gallo, de la Universidad de California explicaba hace casi un año en el estudio que lideró que la capa córnea, que es la más externa de la piel puede verse dañada por el exceso de agua y jabones. Esta capa cumple una función de protección gracias a una serie de bacterias benignas que combaten las infecciones.
Para el dermatólogo de la Academia Española de Dermatología y Venereología, Vicente Alonso Usero, asegura que “la frecuencia debe adecuarse a cada persona. En el punto medio está la virtud. Al igual que todo el mundo entiende que tres o cuatro duchas al día no son necesarias, tampoco es correcto no ducharse».
El dermatólogo José Raúl González dice que “Bañarse varias veces al día y lavarse muy bien en cada baño es más perjudicial que no bañarse. Realmente, bañarse mucho como creemos, no es lo mas conveniente y correcto. El aseo frecuente de la piel, destruye las barreras protectoras como son el manto ácido, hidro-lipídico y corneo, lo cual rompe el mito de las de personas que creen que entre más limpios, más protegidos están contra las bacterias, virus, hongos y otros microorganismos que atacan la piel; pero lo que ocurre es lo contrario es más fácil que penetren en una piel limpia que en la que no lo está. Todos los componentes que entren en contacto con la piel acaban llegando al torrente sanguíneo”. Dijo refiriéndose a los productos químicos de jabones, geles, exfoliantes etc.
José Raúl González hace estas recomendaciones:
1- Establecer una ducha diaria como máximo, salvo que se realice ejercicio físico. Y lo más importante es que esa ducha debe seguir unas pautas
2- Centrar el enjabonado en cuatro partes: Axilas, genitales, manos y pies. El resto del cuerpo no necesita ser enjabonado a diario.
3- El agua debe ser de fresca a tibia, no de tibia a caliente. Jamás debe estar muy caliente porque a la larga va causando cierta flacidez, resequedad en la piel y posteriormente sobreviene el prurito
4- En los días de frío se puede incrementar la temperatura unos grados
5- Hay que limitar el uso de la toalla. Lo mejor es secarse al aire. Pero si no se tiene tiempo para esperar tanto, hay que secarse de la manera más suave posible. Y con una toalla del material lo más suave posible.
6- Los jabones que utilicemos deben ser en la medida de lo posible compuestos por aceites vegetales, que ayudan a regenerar el manto protector de la piel y respetan el Ph.