Varias investigaciones demuestran que las emociones generan cambios en nuestro ADN y son ya muchos los científicos, sobre todo en el campo de la física, que están descubriendo y demostrando innovaciones sorprendentes que sobrepasan todo lo conocido hasta hace unos años y cuyas aplicaciones en los diferentes campos de la ciencia son aún un misterio.
El norteamericano Gregg Braden, ingeniero y geólogo de profesión, es un investigador escritor y conferenciante de gran éxito que está dando a conocer lo que para él ha supuesto una revolución en el mundo de la física; tresasombrosos experimentos efectuados con el ADN que prueban las cualidades de autosanación del mismo en consonancia con los sentimientos de la persona.
El primer experimento fue realizado por Vladimir Poponin, experto en biología cuántica, a principios de los noventa y consistió en comprobar que las partículas de luz y el espacio entre ellas en una cámara al vacío seguía una distribución al azar, tal como se esperaba. En la siguiente parte del experimento se colocaron muestras físicas de ADN dentro de la cámara y las partículas de luz se alinearon en un nuevo patrón parecido a la cresta y seno de una ola. Cuando sacaron el ADN de la cámara los fotones siguieron alineados en forma de ola como si una fuerza invisible les diera forma. ¿Qué era lo que afectaba a las partículas de luz al no estar el ADN? ¿Había dejado algo el ADN, una fuerza residual de algún tipo, que persistía mucho después de que el material biológico hubiera desaparecido? El descubrimiento fue bautizado como el “efecto fantasma del ADN” que al parecer afectaba directamente al mundo físico a través de un nuevo y hasta entonces desconocido campo de energía.
El segundo experimento, diseñado por Clive Baxter, lo realizaron los militares en Phoenix, Los Ángeles. A varios donantes se les tomó una muestra de leucocitos que se colocaron en una habitación equipada para medir los cambios eléctricos, mientras los donantes permanecían en otra habitación del mismo edificio sometidos a imágenes que les provocaban diferentes emociones. Ambas partículas cambiaban exactamente a la vez, sin lapso de tiempo, las respuestas fueron idénticas. Llegaron a separar a los donantes de la muestra hasta 80 kilómetros con idéntica respuesta, sin lapso de tiempo en la transmisión.
El tercer experimento realizado por el Instituto Heart Math, con ADN de placenta humana, que es la forma más primitiva de ADN, se colocó en un recipiente donde se podían medir sus cambios. Se distribuyeron 28 muestras en tubos de ensayo al mismo número de investigadores previamente entrenados para generar fuertes emociones.
Se descubrió que el ADN de placenta cambió de acuerdo a los sentimientos de los investigadores. Cuando sintieron gratitud, amor y aprecio, el ADN respondió relajándose y sus filamentos estirándose, se hizo más largo. Cuando sintieron rabia, miedo o estrés, el ADN respondió apretándose, se hizo mas corto y apagó muchos de los códigos; que se conectaron de nuevo, cuando los investigadores tuvieron sentimientos de amor, alegría, gratitud y aprecio.
Gregg Braden afirma que esto demuestra “que las células vivas se reconocen por una forma de energía desconocida con anterioridad. Esta energía no se ve afectada ni por la distancia ni por el tiempo; existe en todas partes y todo el tiempo” y su pregunta es “¿alguna vez se han sentido «descargados» por emociones negativas? ahora saben porqué sus cuerpos también se descargan. Así es como creamos nuestra realidad, al escogerla con nuestros sentimientos que activan la línea de tiempo por medio de la red de creación, que conecta la energía y materia del universo. En sus libros y conferencias une estos descubrimientos al poder de la oración
Gregg Braden es el autor de «The Isaiah Effect» and «Awakening to the Zero Point» (El Efecto Isaías y Despertando al Punto Cero)