Stella Maris Maruso, Tanatóloga

30 años ejerciendo y 30.000 pacientes

Participa en los seminarios de Curación Espiritual de la facultad de Medicina de la universidad de Harvard y es discípula de la doctora Elisabeth Kübler Ross. Dirige en Argentina la fundación Salud avalada por científicos de prestigio.

«Hoy padecemos de lo que los psiquiatras llaman neurosis noógena: falta de responsabilidad y sentido de la propia existencia»

Trata enfermedades de todo tipo y dice que ayuda a sus pacientes “no tratando de no morir sino de vivir hasta morir bien, con plenitud hasta el último instante, intensamente. Vivir más no es más tiempo sino sentirte alegre por estar aquí y ahora.”. Ha estado varias veces en España la última en Barcelona, en marzo de 2013, impartiendo uno de sus seminarios. “La sanación espiritual se está investigando en la universidad americana de Harvard, donde me invitan desde el año 2000. Hablo de los milagros que veo y me siento muy feliz al ver que cada vez hay más científicos de todo el mundo que suscriben lo que digo. Cualquier médico ha comprobado como ante el mismo diagnóstico y el mismo pronóstico, el resultado es diferente en según que pacientes”.

Lo cierto es que sabemos muy poco de como funciona la mente

Al no aprender a dominar la mente, vivimos arrastrados por ella. Es malvivir: La mente es demasiado loca para confiarle tu vida. Confíale tus negocios, pero no tu vida. Muchos agradecen a su cáncer que les haya enseñado a ser felices, a vivir. La enfermedad es una oportunidad de enriquecerse. El dolor entra en todas las casas y esto hay que saberlo. Deberíamos aprender desde niños que morir es parte de la vida, y a fortalecernos en cada contrariedad.

Pero no nos lo enseñan

La mente va de excitación en excitación, te impide gozar la vida. Los médicos dicen que padecemos “síndrome de déficit de deleite”: no sabemos gozar de lo que nos da la vida. Un 10% es lo que te pasa y un 90% es lo que haces con lo que te pasa. Sentir pasión ante la incertidumbre de la vida ante lo que sea que vaya a traerte. ¿Sea lo que sea? Sí. Los psiquiatras detectan que hoy padecemos de neurosis noógena: falta de responsabilidad y sentido de la propia existencia.

¿Qué hacer entonces?

La ciencia vanguardista trae buenas noticias: acudiendo a tu interior puedes obtener todo lo que necesites, producir de manera endógena todas las drogas analgésicas, euforizantes…Puedes aprender a sanarte

¿Y prescindir de la medicina?

Hablo de la tercera revolución de la medicina: después de la cirugía y los antibióticos, llega la psico-neuro-endocrino-inmunología. Es la disciplina que integra psiquismo y biología tras treinta años de investigaciones de sabios como Carl Simonson, Robert Ader o Stanley Krippner que postularon por la interconexión del sistema nervioso central, el nervioso periférico, el endocrino y el inmunológico. Lo resumo: las emociones modifican nuestra capacidad inmunológica.

¿Una emoción puede enfermar?

La angustia ante lo incierto, el miedo, la desesperanza, el remordimiento, la rabia, cada una tiene su bioquímica y es venenosa, es depresora del sistema inmunológico. La salud no es un estado es un proceso muy dinámico. Siempre puedes reforzar tu salud si trabajas tus emociones ¿Cómo trabaja con sus pacientes? Hay pacientes ordinarios, sumisos, con creencias establecidas, y pacientes extraordinarios, que generan creencias sanadoras. Hay un viejo experimento famoso: a cuarenta mujeres con cáncer de mama, el médico les contó que la quimioterapia las dejaría calvas. Luego, sólo suministró quimioterapia a veinte mujeres y dejó que las otra veinte creyesen recibirla y el 60% de las segundas quedaron tan calvas como las tratadas con quimioterapia.

¿Qué modificó la bioquímica interna de esas mujeres?

¡Sus propias creencias! Lo que demuestra el enorme poder del médico que puede estimular con su actitud la capacidad autocurativa del paciente. Un hijo mío es médico; a él, y a todos los médicos les ruego que jamás le digan a un paciente que su condición biológica es irreversible. Ese es el único pecado médico.

Pues hay diagnósticos que desahucian

Son condenas: matan más que el tumor. Acepta el diagnóstico que sea, pero jamás aceptes un pronóstico. Jamás. Si abandonas la esperanza de mejorar, de luchar por tu propia salud, activas el suicidio endógeno. A mi padre le pronosticó el médico tres meses de vida por un diagnóstico de cáncer de próstata diseminado al hígado. Trabajamos juntos con amor, relajación, meditación, nutrición, etcétera y al año no tenía células cancerosas. Vivió 18 años más. “Milagro”, dijo su médico, remisión espontánea. Desde ese día cerré mi empresa y me volqué a ayudar a otros como a mi padre. Y yo hoy vivo en la frontera del milagro: la remisión es un efecto colateral en enfermos que han abrazado las fuerzas de la salud, de la vida.

¿Cómo han dado ese abrazo?

Sintiendo que la enfermedad enriquece su vida y que morir no es un castigo, ampliando el círculo de lo que les importa y poniéndose al servicio con amor por la vida que nos traspasa, escapando de su cabeza y empezando a sentir, a reír, a llorar. Se han permitido asombrarse y han experimentado estados de trascendencia.

¿Qué entiende por trascendencia?

Liberarte de tu historia pasada y del temor por la futura. La meditación ayuda mucho. Y eso cambia tu bioquímica: estás sano, ¡vives! Por el tiempo que sea, estás vivo.

(Extracto de una entrevista realizada por Víctor V-Amela en La Vanguardia)
 

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