El mes de septiembre tiene como característica principal el cambio que se produce al final de la época estival. Pasar de las vacaciones al trabajo supone un nuevo comienzo para todos. Niños, adolescentes y adultos volvemos a empezar las tareas, los trabajos, los estudios. No es fácil hacerlo con ilusión y entusiasmo aunque hay quien sí está contento y satisfecho con sus ocupaciones pero, en general, pasar del descanso a la responsabilidad laboral nos cuesta. De ahí que este estado tenga ya hasta un nombre: síndrome postvacacional. El ánimo decae en una gran cantidad de personas tras el verano y aparece esa sensación de tristeza, apatía, falta de energía o de motivación al incorporarnos a nuestro trabajo o rutina diaria.
Según los expertos, los más propensos a sufrir este síndrome son las personasmás vulnerables a la frustración, los que tienen vacaciones más largas, los que están en un entorno laboral desagradable y a los que no les gusta su trabajo o creen que están poco valorados. No es una patología sino un trastorno de adaptación. Es similar al estrés y quienes lo padecen no se ven capaces de responder a las demandas que supone el regreso a su vida laboral. Menos mal que no suele durar más de 2 o 3 semanas porque este trastorno pasajero puede producir ansiedad, depresión, palpitaciones, sudoración, hiperventilación, cambios de humor y malestar generalizado.
Vernos forzados a no tener tiempo para llevar una vida relajada y satisfactoria nos afecta porque se trabaja muchísimas horas. Hace tres o cuatro décadas eso no era así en absoluto y sabemos que hay países de nuestro entorno en que para nada existen las jornadas laborales interminables de 10 horas o más. Por eso las vacaciones son una necesidad tan grande y el volver de ellas un auténtico drama. ¿Sería lo mismo si estuviésemos satisfechos con nuestra ocupación laboral? ¿Y si el tiempo que dedicamos a la actividad y al descanso estuviesen más proporcionados? Estas y otras preguntas nos deben llevar a reflexionar sobre nuestra vida laboral y personal.
¿Podemos variando nuestra actitud sentirnos diferentes? Sin duda la respuesta es “sí” como demuestra el hecho de constatar que ante la misma situación cada persona reacciona de manera distinta. Por tanto busquemos nuestros propios recursos a la hora de volver a empezar curso. Fortalezcamos nuestro ánimo, nuestras defensas mentales y emocionales. Busquemos nuevos enfoques para los retos. Cuidémonos con una sana alimentación. Disfrutemos de atender las necesidades de nuestro cuerpo y nuestra mente con ejercicios y paseos. Fomentemos buenas y sanas relaciones. Centrémonos en el presente inmediato. En definitiva, atendamos con amor y con humor el día a día.
Por Elena Carrera
Directora Tu Nueva Información